Esta es una de esas entradas que a uno le gustaría no escribir, pero a veces se superan lineas rojas, muy claramente delimitadas, y que generan una reacción desmesurada y si, quizás cruel, pero seguro que mi historia no os es desconocida ; con la ayuda de la Musa, intentaré contar con pelos y señales lo que me ocurrió no hace muchas lunas en un restaurante de mi ciudad, actualmente Capital Española de la Gastronomía.
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Por respeto al local, y a que me siguen en twitter, no diré su nombre, y me comprometo a que, ni por email, ni por DM, ni por cualquier medio en estado sobrio o ebrio, mente a otro mortal el nombre del local ; pongamos que era un viernes, tras acabar mi jornada, decidí comer con mi mujer en algún lugar del centro de la ciudad, sin rumbo fijo, y dejando a un lado locales en los que se come genial por poco dinero, acabamos en un local muy frecuentado por nosotros, a la hora de probar sus tapas; este local mantiene bien visible en el cristal de la entrada el cartel de Burgos Capital Española de la Gastronomía ; siendo viernes me chocó que en la barra apenas había tapas, y tras acomodarnos en el restaurante, con la intención de comer a base de un par de entradas a compartir y un segundo ligero, me encuentro con la sorpresa que no era posible comer de acuerdo a la carta normal de tapas, sino que debía seguir lo dispuesto ese día en el menú.
Por los sempiternos dioses que al oir eso, como otra pareja que por allí andaba , debimos levantarnos y caer en los brazos cálidos de la cercana Cafetería Royal por ejemplo, donde los bocatas y platos combinados son de excelente factura, pero cometí el gran error de no hacerlo, y como Sísifo, pagaré eternamente mi condena ; varios primeros y segundos adornaban el menú, mi elección fue un arroz negro y un burrito de pollo; antes de hablar de la comida, bien leo en vuestros ojos la pregunta ¿Y el vino? Pues bien, mientras tomaba la decisión de la pitanza, contemplé como en otras mesas, se servía un vino tinto genérico, con la etiqueta del propio restaurante, y acompañado de una gaseosa (si….gaseosa…ni siquiera una la casera ), por lo que, faltando a mi mas profundos principios, decidí beber agua, lo cual sin duda fue un acierto.
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El origen del arroz negro, sin ser yo experto, nada tenía que ver con aquello que nos trajeron, ya que mas allá del punto del arroz, nos dejó un sabor dulzón tremendamente raro, desconocido para este mortal muy devoto del arroz, lo que me hizo no dejar gota del ali-oli que lo acompañaba, algo que nunca he hecho con un arroz en condiciones ; el segundo, un rollito de carne (para nada pollo) , de cuyo relleno solo pude reconocer el queso cheddar, acompañado de unos nachos de bolsa, sin una misera salsa de tomate y queso fundido por encima para darlo lustre ; aún hoy busco en mi mente donde estaba el pollo, pero al ver el pollo que le traían a mi mujer ,comprendí que igual yo había tenido suerte, ya que el pollo parecía recalentado, y bañado en su salsa (o no) , pero con un aspecto y un sabor nada apetecibles.
El postre no logró sacarme una postrera sonrisa, y encima el menú me pareció tremendamente caro, para lo que habíamos comido, pedí rápido la cuenta y huí como Paris de Menelao en las llanuras de Troya; sin duda solo me engañarán una vez con el menú, pero me duele que un sitio, reconocido por sus tapas, pueda caer en desgracia al modificar la carta en búsqueda de menús, y perder su punto fuerte, ya que tengo por seguro que si mantienen esta política , muchos más seremos los que no volvamos nunca mas, ni siquiera de paso.
Cuando me pasa esto fuera de mi ciudad, me duele pero al final le sacas el punto de humor negro, pero cuando pienso que el visitante a Burgos, que para reposar su cansacio y saciar su hambre y su sed, cayese en este menú, pensaría que los burgaleses somos unos villanos, y la imagen de nuestra gastronomía, tan altamente cuidada por muchos cocineros y sumilleres de la ciudad, se arrastraría como el cuerpo del divino Hector, tirado por el carro de Aquiles.
Por mi parte estoy seguro que tardaré en volver a entrar, y puede que nunca mas llegue al comedor, solo espero que quien tuvo la idea de imponer un menú tan lastimoso, en vez de las raciones y tapas habituales, vea pronto cara a cara a la mismísima Medusa. Que a los dioses plazca satisfacer este deseo.
R.

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Rafa, es una de las peores cosas que nos pasan. Tener un sitio que frecuentas, que está bien y de pronto vivir una velada para el olvido. A mí me ha pasado y me pregunto por qué si un sitio tiene algo que funciona, lo cambia. No sé si es la economía o qué, pero desde luego el resultado termina por espantar a los habituales…
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Rafa si te siguen y te leen, ellos sabrán quienes son. Aunque yo soy de los que pienso (sino vas a hacer entrada) decírselo al momento. Por desgracia esto empieza a pasar demasiado a menudo
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Es como cuando vas a un sitio turístico, y el precio del menú te «engaña» ; esa sensación de error y chapuza puede fastidiarte el día; creo en los menús como todo el mundo, pero cuando un local es famoso por sus tapas, es tirarse piedras contra tu propio tejado cambiarlas por un menú de calidad regular.
Gracias por tu opinión, desde el otro lado de la mesa 😉
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Sinceramente, tocayo, me reconozco en ese post y vuestra experiencia, porque a mí me ocurrioó lo mismo en ese mismo local (lo juraría, por la descripción de los platos, la mención de las tapas y tal), y casi me atrevería que peor, porque se equivocxaron por dos veces con el ticket y el servicio no resultó precisamente muy profesional. En definitiva, la cruz de la moneda, siendo la cara la calidad de las tapas y la amabilidad del personal de barra. Una pena.
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