Este mes de octubre empezó de una gran manera, ya que aprovechando la excusa de ver a U2 en el Palau Sant Jordi en Barcelona , pasé unos días fantásticos en Sitges, de donde me traje un par de botellas de su malvasía , procedentes de las peculiares viñas rodeadas de edificios, dentro del Hospital San Juan Bautista de Sitges (pero estos vinos tendrán su momento en el blog una vez probados). Hoy os cuento la historia que me pasó en la comida dominical, en un restaurante al final del paseo marítimo de Sitges ; sus especialidades viajan desde el marisco a los arroces, pasando por algunos platos populares de la gastronomía local. Domingo y calor, pues obviamente restaurante lleno , terraza a reventar aunque afortunadamente tenía reserva ; el caso es que a nuestro lado , en la mesa contigua, se sentó una pareja de mediana edad , que por como hablaban, procedían de la gran ciudad.
La primera impresión que me dio fue que no eran matrimonio, sino seguramente furtivos amantes ; él parecía habitual del restaurante, y conocía el nombre de alguno de los camareros ; tras pedir algún plato típico de entrante, y alguna rareza (debe ser habitual en la zona el arroz sin nada ) , llegó el turno del vino .
