Rivendell o Imlandris en élfico , la irrealizable ciudad de los élfos , descrita por J.R.R. Tolkien en sus epopeyas El Hobbit y El Señor de los Anillos , es siempre fuente de inspiración , de mitos y de magia ancestral , como las propias obras de Tolkien ; se encuentra protegida por encantamientos atávicos , y por la propia pericia de los arqueros élficos, sin duda representaciones de guerreros mucho más antiguos ; la Justicia es señora de Rivendel, y aunque las películas nos describen una ciudad sumamente hermosa , levantada en un cañón con delicadas cascadas y una elegante arquitectura , sin duda la mejor representación de la ciudad viene dentro de cada uno de nosotros, ya que Rivendel se debe asemejar al paraíso al que todos queremos llegar, o al que al menos, en alguna ocasión, deseamos arribar con nuestro barco ; sin duda la mejor Rivendel, es aquella que une donde soñamos estar , y donde estamos realmente , algo tan sumamente difícil y efímero en el tiempo , a veces es tanto un lugar como una compañía, que haga detenerse nuestra soñadora y fecunda mente , ya que esa realidad no podría ser mejorada nunca, ni siquiera en lo mas profundo.
Rivendel no existe, como la perfección humana o la Itaca de Homero, pero la vida consiste en intentar llegar a ella , acercarse lo suficiente como para captar su calor , su aroma, el frescor de la naturaleza ; el frío llega a la piel , sólo cuando ya no buscamos lugares , como Rivendel.

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